Aparecieron sin aviso, con cierto vejo de clandestinidad que las hacía más atractivas. De repente se empezaron a colar en reuniones y entre amantes de la buena mesa botellas de 0.75ml con etiquetas de diseños no comerciales, con nombres graciosos, ingeniosos o exóticos que llevaban impresas palabras poco conocidas para la mayoría como ipa, ale, pale ale, porter, stout, blond. Al servirlas sin lugar a dudas, se trataba de cerveza pero con colores, densidades y aromas nuevos, muy distintos a los acostumbrados.